CONVOCATORIA III CONFERENCIA

"Somos comunistas. Nuestra posición no se puede confundir dentro del amplio abanico de las izquierdas de todo tipo. Nuestra lucha no se limita a cambiar un gobierno cruel por otro más amable. Nuestra posición es clasista y leninista, es decir, se centra en el Estado más que en el gobierno. Nosotros luchamos contra el Estado de las clases pudientes, el Estado burgués, contra las trasnacionales y el imperialismo, proponiéndonos el triunfo de la clase trabajadora y del proletariado para la conquista de una democracia superior, o sea, por el Socialismo."

Convocatoria a la III Conferencia de Unidad Comunista:

Construir la organización de los comunistas y el amplio frente de la izquierda anticapitalista para una irrupción democrática


Con esta convocatoria, Unidad Comunista entra en su III Conferencia. Los elementos políticos que aquí vertimos pretenden impulsar la discusión más rica y fraterna de la militancia, para resolver los problemas que ofrece un nuevo periodo, marcado por la vuelta al gobierno de la Concertación, ahora denominada “Nueva Mayoría”, y que ocurre luego de la debacle electoral de la ultra derechista “Alianza por Chile”. A la vez, las luchas sociales y los conflictos generados por el neoliberalismo van en una escala ascendente, en tanto que cae la legitimidad de la institucionalidad imperante. Por otra parte, la izquierda sigue en la marginalidad, principalmente a causa de su dispersión; no obstante, se perfilan una serie de alternativas y de procesos unitarios en respuesta a las demandas de la sociedad.

Este cuadro general, más la urgencia de constituir una oposición de izquierda capaz de levantar un programa y una alternativa de poder, son parte de los elementos con los que nuestra Conferencia debe construir su política, con perspectiva estratégica revolucionaria.

Somos comunistas. Nuestra posición no se puede confundir dentro del amplio abanico de las izquierdas de todo tipo. Nuestra lucha no se limita a cambiar un gobierno cruel por otro más amable. Nuestra posición es clasista y leninista, es decir, se centra en el Estado más que en el gobierno. Nosotros luchamos contra el Estado de las clases pudientes, el Estado burgués, contra las trasnacionales y el imperialismo, proponiéndonos el triunfo de la clase trabajadora y del proletariado para la conquista de una democracia superior, o sea, por el Socialismo.

LA SITUACIÓN POLÍTICA INTERNACIONAL

A partir de mediados del siglo XIX y sobre todo desde fines de este siglo, las crisis económicas mundiales se suceden con mayor frecuencia. La crisis económica mundial prosigue su rumbo de manera enrarecida por el crecimiento del sistema financiero. Las grandes corporaciones conducen la economía del mundo según sus políticas de acumulación incesante, han multiplicado su capacidad de producir y de destruir el planeta, y llevan la inestabilidad global en sus entrañas. El mundo ha cambiado y el cuadro de las viejas potencias capitalistas ha variado notablemente, especialmente por la participación de la poderosa economía china, que toma un lugar principal en la lucha de los imperios capitalistas por el dominio de los mercados. Lo que es indudable en la actualidad, es que la globalización económica neoliberal hace imposible que cualquier región del mundo escape a los desmanes del sistema económico.

Al llegar al inicio de nuestra Conferencia, nos hallamos en un contexto nacional e internacional muy diferente al de un par de décadas atrás, un contexto marcado por las luchas que alrededor del mundo libran los pueblos por su liberación y soberanía, y en el que la idea del Socialismo cobra particular relevancia. La arremetida golpista contra el pueblo y el gobierno bolivariano de Venezuela, es un punto urgente en el marco de esta agenda internacional. Se emplea allí la misma estrategia golpista empleada en Ucrania, con nefastas consecuencias que incluyen la utilización y animación del fascismo por parte del intervencionismo imperialista de EEUU y la Unión Europea. Como puede verse, las confabulaciones imperialistas han llevado al caos, al saqueo de los países y a una nueva desintegración, como la que dejara anteriormente en Yugoslavia, en Irak y en otros países. Afortunadamente, en el caso de la crisis ucraniana se resolvió parte del conflicto en forma pacífica con la adhesión de Crimea a Rusia.

América Latina es un campo en disputa entre los intereses del imperialismo y los de unos pueblos cada vez más dispuestos a luchar por su soberanía. Los múltiples triunfos de izquierda en América y la existencia de gobiernos con un carácter nacional latinoamericanista y de intensa vocación social y popular, ha mantenido en una constante tensión al imperio yanqui y a sus aliados. El imperio actúa desenfrenado por derrocar al gobierno de Maduro en Venezuela, a través de una ola de violencia derechista e intentos de desestabilización económica. Los propósitos de la gran burguesía y del Pentágono se dirigen a romper con la cadena unitaria que se templa a lo largo del continente, con su ola de solidaridad e integración fraterna, donde Cuba juega siempre un papel ejemplar. Quebrar a países emblemáticos como Venezuela, Bolivia o Ecuador, significa desestabilizar a los gobiernos progresistas de la región.

Por eso, los gobiernos populares han puesto énfasis en la creación de alianzas y órganos de integración como el ALBA y UNASUR, y han disputado otros que reúnen a países fuera de su propio eje, como CELAC. Por lo mismo es tan importante que consideremos una política de solidaridad y de apoyo internacionalista, particularmente con Latinoamérica.

Valoramos y celebramos el último triunfo del Frente Farabundo Martí y de su candidato presidencial, Salvador Sánchez Ceren, en El Salvador. Su elección ya enfrenta la presión de la derecha, dado el estrecho triunfo en las urnas (de apenas 7 mil votos), que es utilizado por ARENA como argumento para descalificar las votaciones. Pero observadores internacionales ya han señalado esta elección como un proceso válido.

El reciente conflicto de Chile con Perú y el juicio en La Haya, es un ejemplo de que los grandes intereses de la burguesía se desarrollan al margen de los intereses de sus propios países. Esta disputa de millas marítimas sólo ha explotado conductas xenofóbicas y racismo, promoviendo ideas fascistas. Los pueblos, sin embargo, están ausentes en las discusiones reales y no toman ningún papel más que el que le designa la manipulación mediática. En este caso, como en lo que fue la guerra por el salitre (1879), no participan los intereses del pueblo.

Por otro lado, la salida al mar de Bolivia se mantiene en la agenda del nuevo periodo político. La fórmula de cerrar las posibilidades de un entendimiento se imponen en las diferentes administraciones chilenas. Lo que en definitiva no logra avizorarse en las políticas oficiales es una vía de solución a partir de una relación amistosa e integradora, que nos daría ganancias de muchos tipos a ambos pueblos.

Al igual que para todos los pueblos de América, el enemigo del proceso chileno sigue siendo el imperialismo yanqui, que sigue muy de cerca cada realidad de América Latina con una política de intervención abierta y también de complots siniestros.

LA SITUACIÓN POLÍTICA DE CHILE

Los sucesos internacionales involucrarán a la administración de Bachelet. En la arremetida derechista sobre Venezuela, el PDC se ha pronunciado claramente a favor del golpismo. Similar cosa hacen los representantes del PPD, en tanto que la mayoría de los partidos de la nueva administración conservan un silencio cómplice, con excepción de la solitaria defensa del PC. Se exhiben en este solo hecho las contradicciones e incoherencias de lo que será su pertenencia al segundo gobierno de M. Bachelet, cuya coalición ya apoyó el intento de golpe de Estado de 2002 contra el presidente Chávez. Esta vez, aunque con tardanza, Bachelet ha hecho una declaración de buenas intenciones a favor del gobierno venezolano.

En lo interno, son numerosos los cargos designados para el gobierno que han sido públicamente cuestionados, lo que ha llevado a varios de ellos a desistir antes de asumirlos. Esto lo aprovecha la ultra derecha para iniciar las habituales sesiones de interpelación contra el ministro Peñailillo. Pero esto no se trata solamente de incompatibilidades y conflictos de interés personal, ni tampoco de las meras falencias administrativas que acusa la derecha. Lo que se deja ver en muchos casos es el intento por instalar las políticas del neoliberalismo.

Para definir el papel que tendrán los diferentes partidos que representan los intereses de la clase en el poder, es conveniente tener presente las características de la burguesía chilena, actualmente en dominio pleno de la situación política y económica. Nuestra burguesía tiene muy poco de nacional y sigue siendo mayormente una clase dependiente y entreguista. En ella también han surgido grupos económicos de un reducido número de familias, también ajenos a todo interés de país, que presentan un marcado carácter oligopólico (donde un reducido grupo de empresarios concentra la economía, anulando toda competencia y fijando las condiciones del consumo y los precios, por ejemplo, en el campo farmacéutico). Este carácter de la burguesía nacional se expresa también en los dos grandes bloques políticos que comparten un mismo proyecto económico. La implementación de las políticas neoliberales se realiza con el beneplácito de los distintos grupos de intereses que tiene la burguesía nacional y trasnacional, y a través de sus representaciones en el Parlamento y el gobierno. El carácter pusilánime y desarraigado de nuestra burguesía chilena también influenciará esta relación política.

La ultra derecha fue derrotada, perdiendo –entre otros- 16 diputados. Ciertamente, está lejos de ser una derrota definitiva, pero sí es lo suficientemente importante como para generar conflictos en su interior y crearle al sector su primera crisis en lo que va de los gobiernos civiles pos dictadura. Este desgaste impulsa a la Alianza por Chile a entrar –con cierto desorden- en una etapa de reacomodos y le lleva a replantear su diseño (por ejemplo, crea “Amplitud”).

La Concertación, en cambio, ya ha sufrido sus crisis y reacomodos. De hecho, la Nueva Mayoría (NM) es el resultado del intento de la Concertación por revertir la derrota que sufrió en las elecciones de 2009. Este reacomodo también le implica un grado de tensiones internas, las que a su vez influirán en el juego de equilibrios entre la NM en el gobierno y la Alianza en la oposición parlamentaria, pudiendo darse el caso –bajo condiciones de conflicto- que surjan nuevas crisis y recomposiciones de sus alianzas.

La inclusión del Partido Comunista a esta alianza es de carácter cortoplacista, y le implica acomodarse o sustituir su política histórica por motivos de sobrevivencia. Esto le pondrá en constante contradicción con su base de apoyo y con su propio discurso, porque, en definitiva, el PC abandona su función de guía del pueblo pobre y oprimido. La cualidad del gobierno de la NM es que ofrece “gobernabilidad” a los sectores más interesados en contener las demandas sociales, para lo cual la inclusión del PC representa un recurso más. Históricamente, el partido era el representante de la clase que luchaba contra el capitalismo. Eso ya no existe en el PC. Su dinámica sigue una línea tan comprometida con las fuerzas neoliberales, que no se ve posible que cambie este rumbo.

Además, la NM y la Alianza estarán sujetas a las tensiones provenientes desde el mundo social. El campo de maniobras conjuntas de los bloques de gobierno-oposición ya no es el mismo. Los partidos no tienen la misma capacidad de contención social, lo que repercutirá en la presidencia y en la conducta general de los bloques neoliberales frente al conflicto social. Las luchas sociales tensarán a los bloques neoliberales y también a sus relaciones internas.

Sin embargo, estas dificultades no quieren decir que la relación de la Alianza con la NM cambie en lo sustancial. Por intereses de clase, sus relaciones seguirán siendo colaborativas y no expresarán una oposición real entre sí, excepto quizás en planos económicos muy específicos (donde solamente intervienen intereses puntuales de distintos grupos de la burguesía), o en materias de tradiciones y concepciones morales de las clases altas. En el fondo, les une la necesidad de conservar las reglas que favorecen al conjunto de las clases capitalistas. Tenderán naturalmente a la unidad, por ejemplo, en el provecho de la gran minería y de los proyectos eléctricos, y serán partidarios de entregar las riquezas del país a las trasnacionales.

Las luchas sociales y los conflictos que engendra el neoliberalismo, van en escala ascendente, mientras que la legitimidad de la institucionalidad imperante sigue el camino galopante de la desacreditación. Es sintomático que en las recientes votaciones participara solamente un 40% del padrón electoral. De esta manera, el actual gobierno apenas fue votado por uno de cada cuatro ciudadanos con derecho a voto, mientras que la Alianza obtuvo menos de un quinto de la participación.

Debe llamar la atención de nuestras discusiones la baja participación de la juventud en las elecciones de 2013, que indica que no existe aún confianza ni compromiso con ninguna expresión política, lo que tiene entre sus causas la cultura imperante del individualismo y de la apatía general, pero también tiene como causa, para muchos otros, la profunda desconfianza de gran parte de la población hacia la institucionalidad impuesta.

La izquierda, por su parte, está ciertamente sumida aún en la marginalidad política y padece de muchas indefiniciones. Además, se ha restado el PC, que ingresa a la NM. Sin embargo y a pesar de sus resultados electorales, las fuerzas de izquierda están entrando en una etapa diferente y probablemente superior. Se han presentado una serie de alternativas electorales que, a su vez, van indicando esfuerzos de reagrupamiento, planteándose la necesidad de responder al imperativo unitario que demanda el ascenso de la movilización social.

La marginalidad política en la izquierda se debe a la falta de claridad política, lo que se ha comprobado una vez más con posterioridad a la última campaña electoral. Esta ausencia de claridad arrastra a confusiones y a conflictos secundarios. En este sentido, es ineludible la necesidad de avanzar en la coincidencia ideológica, lo que exige mucho intercambio y debate. Entre las pequeñas fuerzas de la izquierda se hará necesario un proceso de alianzas que debe ser regido por las razones programáticas y por la discusión de estrategias comunes de lucha.

Unidad Comunista resolvió el apoyo a la candidatura de Marcel Claude en las recientes elecciones presidenciales. Más allá de la figura personal del candidato, nuestra organización centró el apoyo en el proyecto político contenido por el programa –que coincide con el programa básico que elaboramos en nuestra II Conferencia- y en la perspectiva de constituir un frente o movimiento entorno al programa. Nuestras capacidades objetivas y la escasa maduración de las condiciones electorales del movimiento que integramos, determinaron que nos restemos de la participación activa en las elecciones de CORE y parlamentarias.

A pesar de la votación marginal de Todos a la Moneda (TALM), es notable lo que logró en términos de amplitud y de organización, bajo un programa que da un paso extraordinario en la defensa de los intereses de las mayorías y del país. Es especialmente valiosa la reunión de un activo político numeroso que nos comprueba que existen recursos para levantar una fuerza política. También ha sido interesante su despliegue territorial y el que se hicieran esfuerzos por conformar frentes sociales en el movimiento.

El TALM del Gran Concepción pasó de una notable expansión durante el periodo electoral, a una notable reducción de su activo posterior a las presidenciales y parlamentarias, lo que no le ha impedido continuar funcionando y proponerse proyectar su existencia. Actualmente tiene un papel relevante al coordinar otros TALM del país con perspectivas unitarias. Más allá de las debilidades existentes, es un hecho rescatable que el TALM se dotara de una estructura de funcionamiento que aunó a muchos activistas y que luego esa estructura ayudara a sostener el movimiento (hoy limitado al MPMR, Unidad Comunista y adherentes sin militancia).

Hay que destacar la participación que tuvo nuestra militancia en esta lucha electoral. Si bien hubo limitaciones enormes y de todo tipo, es notable el empeño que pusieron muchos compañeros y compañeras en sus territorios. Los camaradas de Quilicura pusieron sus disposiciones al servicio de esta campaña más allá de su comuna, resolviendo por sobre las distancias y las carencias orgánicas. Si bien no contamos con estructuras en otras regiones, debemos destacar que nuestros compañeros en Linares y La Serena fueron parte de la campaña y tuvieron sus propios papeles en la organización del proceso. En Concepción es notable lo que hizo la organización, con muchas compañeras y compañeros que se volcaron a sus frentes vecinales para levantar comandos.

Nuestra posición ante el nuevo gobierno es la oposición decidida a su administración, con una actitud “fiscalizadora” para evidenciar las contradicciones de los bloques políticos neoliberales respecto de los intereses de las mayorías del país y para incorporarnos al debate con un programa auténticamente democrático y de transformación social. El nuevo gobierno goza de una mayoría parlamentaria que, según los quórum calificados, debiese permitirle imponer algunos avances importantes. El gobierno no podrá soslayar su responsabilidad y tendrá que dar cuenta pública de su voluntad real para llevar a cabo políticas de fondo. Sin embargo, hasta hoy se continúa aplicando la política de los consensos. Cuando Jaime Quintana se refirió a las acciones del gobierno como una retroexcavadora que va a “destruir los cimientos del modelo neoliberal”, lo reprendieron de inmediato desde la presidencia hasta la ultra derecha. Incluso Guillermo Teillier reconoció que correspondía “tirarle las orejas” al desaforado.

Un frente particularmente crítico del periodo será el conflicto del Estado con el pueblo mapuche. La situación sigue una escalada de violencia y represión que no ve luces de superación. Un reciente informe de la ONU, basado en las condiciones sociales de la zona y en las políticas de Estado, prevé un riesgo “potencialmente explosivo”.

A casi un cuarto de siglo de haber sido electo P. Aylwin y de que Pinochet abandonara la presidencia, los poderes de los antiguos represores siguen intactos. Están presentes en las instituciones estatales y muchas veces ocupan altos cargos. Los atropellos de la dictadura permanecen sin la debida justicia y reparación, excepto en una minoría de casos más bien simbólicos. Los sectores golpistas pesan en el quehacer político nacional e intervienen en las políticas del Estado, en convivencia con los bloques de partidos dominantes.

Por otra parte, las reformas legales al sistema de elecciones están lejos de garantizar una real participación popular. Si bien se ha hecho una reforma en la elección de los consejeros regionales (CORE) –que desde ahora se eligen por voto universal y no por elección indirecta-, también es cierto que el proyecto de reforma se ha hecho de tal manera que la votación universal finalmente no servirá prácticamente de nada, porque sería el intendente quien decida sobre los proyectos a financiar por el Gobierno Regional. En todo caso, la reforma está aún incompleta en algunos aspectos que serán resueltos por el nuevo Congreso. El único paso concreto que se ha dado es el voto voluntario con inscripción automática, del gobierno de Piñera. Nada hay para agregar sobre reformas al sistema electoral, ni respecto del escandaloso tema del binominal ni del voto de los chilenos en el extranjero.

LA INSTITUCIONALIDAD Y SU ESTRUCTURA ECONÓMICA

La situación económica y social del país está regida por la Constitución, siendo éste el primer mecanismo institucional de legitimación neoliberal y de subordinación social. Luego le sigue el yugo de los tratados comerciales (TLC) y de las leyes de comercio internacional. En seguida, Chile tiene una legalidad sobre contribuciones, la que afecta realmente a las mayorías. A ello se suman las leyes de pensiones (AFP) que les dan manga ancha a las financieras para que obtengan inmensas utilidades. Y están las leyes de salud, que permiten a las ISAPRES engordar sus capitales, incluso cuando se encuentran en una supuesta crisis debido a las miles de denuncias y demandas que han interpuesto sus clientes, los usuarios de la salud privada. Las leyes de renta se componen de a lo menos 25 impuestos diferentes, siendo el IVA el que más grava a la población. Es decir, todo un sistema de leyes tributarias y demás que permitirían al Estado contar con una “caja” para cubrir sus áreas y para que los gobiernos atiendan las necesidades de la población, lo que no ocurre más que de forma aparente.

Y, paralelamente, existe un sistema de leyes coercitivas que frenan cualquier expresión de descontento e intento de constituir una alternativa política. En definitiva, toda la estructura legal se enfoca en conservar el sistema y su modo de funcionamiento destinado a entregar las riquezas estratégicas del país a intereses transnacionales, es decir, al gran capital.

Se puede afirmar sin lugar a dudas, que actualmente unas pocas familias son dueñas del país (como las 5 familias dueñas de los recursos del mar). Todas las políticas que respectan al “desarrollo del país” y a la modernización con recursos públicos, en realidad están dirigidos a los intereses de estos grupos y a los de las capas altas de la sociedad.

En tanto que los más pobres y necesitados reciben migajas en forma de bonos. La injusticia es extrema en salarios, salud, educación, vivienda, etc. La distribución cruel del PIB y la desigualdad se acentúan cada día. En cambio, Piñera, por ejemplo, aumentó su riqueza personal en un 150% solamente durante su propio gobierno.

En definitiva, Chile presenta una gran concentración de capitales en manos de pocos empresarios. Incluso varios de ellos figuran en el ranking Forbes de los más ricos del mundo. Pero la aplicación del capitalismo neoliberal ha llevado a la mayoría de la población al endeudamiento, comprometiendo su futuro y creando una forma de esclavitud contemporánea. Las llamadas capas medias se reducen cada día más y aumenta la pobreza. Aparecen nuevas formas de analfabetismo y aumenta la segregación educacional. En este ordenamiento social, la burguesía es muy fuerte y controla no sólo el poder político, sino que además a las FFAA, la inmensa mayoría de los medios de comunicación, la mayoría de las iglesias, etc. La clase en el poder no duda en ejercer la represión, lo que –complementado con el temor que nos legó la dictadura- frena la voluntad de lucha de los oprimidos de la sociedad y debilita toda propuesta alternativa, aunque ésta sea meramente reformista.

Cada uno de los multimillonarios Luksic, Angellini, Paulman, Matte, Piñera, gana lo mismo que un millón de chilenos. Esto no tiene que ver ni con el esfuerzo ni con la suerte. Recientes estudios demuestran que el 90% de la evasión tributaria corresponde al 5% más rico de la población.

Pero los súper millonarios de Chile no son los únicos que arrasan con nuestro país. Las grandes corporaciones trasnacionales que se alojan en nuestro territorio, son los principales beneficiados, instalándose en la extracción y uso de minerales, agua, recursos marinos y forestales, y también las grandes cadenas financieras y comerciales, que se llevan en conjunto las riquezas del país a manos llenas. Como verdaderos corsarios, no hacen un solo aporte al Estado, lo que a nuestros millonarios chilenos parece no importarles y menos indignarles.

Las clases trabajadoras son mantenidas en la inestabilidad y en la precariedad laboral. Se ha masificado de manera absoluta un sistema de empleo donde los obreros son verdaderos nómades en busca de sustento. El subcontrato sigue rigiendo, permitiendo una súper explotación de la gran empresa. Tampoco existe en la práctica el empleo fijo, realidad que alcanza que también a los sectores de empleados y trabajadores especializados. Se impone un régimen en el que no existe el contrato fijo. Los jóvenes y los profesionales especializados forman parte del “boletariado”, de los sometidos al régimen del “boleteo” a honorarios.

A pesar de lo anterior y a pesar de que, finalmente, ha habido una renovación de dirigentes en la cúpula de la CUT, es increíble que la Central permanezca casi incólume y que no despliegue toda su capacidad de lucha. En vez de haber mejorado, la principal central de trabajadores del país parece empeorar. No mostró una franca resolución por llevar adelante las luchas sindicales y una presión laboral real durante el periodo de Piñera. Como se ven las cosas y los compromisos, la CUT tampoco tendrá un papel de lucha bajo el gobierno de Bachelet.

En cuanto a nuestra organización, debemos hallar la manera de que nuestra preocupación por la educación y la autoeducación sea permanente. Es conveniente que cada célula genere sus actividades o le dé tiempo a la formación. Unidad Comunista ha considerado la importancia de crear medios de comunicación y de difusión que permitan impulsar nuestra opinión pública, que también ayuden a la propaganda. Sin embargo, necesitamos una mayor capacidad de finanzas para que la disposición de cuadros propagandistas se traduzca en acciones efectivas.

Las perspectivas de crecimiento de Unidad pasan de manera importante por lo que nuestros camaradas puedan hacer en cada comuna y en cada ciudad. Particularmente en Santiago es prioritario crecer. Es determinante para ello que las células tengan un papel de vanguardia, designando tareas para ello en su interior.

PROPUESTAS AL DEBATE DE LA CONFERENCIA

Los comunistas tenemos la tarea de responder a los problemas actuales, siempre ligados a las luchas sociales y con el mayor sentido de responsabilidad frente al momento político. Nuestra actitud ante la realidad depende de entender con claridad estratégica el problema de fondo: ¿Cuáles son las contradicciones existentes en nuestra sociedad que resolver? La definición teórica de esas contradicciones nos ayudará a determinar de manera más exacta la política correcta, asumiendo como cuestión esencial que el problema fundamental de la sociedad sigue siendo la contradicción existente entre capital y trabajo, la que solamente se resolverá cuando la sociedad supere al Capitalismo y triunfo del Socialismo.

Nuestra época vive una dictadura del mercado capitalista, consolidada con la globalización (el sistema ya es mundial) y el neoliberalismo. Todos los gobiernos en los últimos 40 años se han orientado por esta lógica. En Chile no hay proyectos de largo plazo y menos que se orienten al desarrollo del país, porque ningún gobernante ha presentado esta opción. Todo es de corto plazo y está destinado al saqueo rápido.

El neoliberalismo es la expresión del capitalismo financiero, es decir, es la manipulación de los capitales por los banqueros y las bolsas comerciales, es la especulación y el crédito, es el préstamo y una forma de robo mucho más moderno. Y el neoliberalismo es, a la vez, la consagración política discursiva del capitalismo extremo o, en otras palabras, es la justificación de una forma de explotación del trabajo y del planeta que ha sido llevado a su máxima expresión. El neoliberalismo se ha impuesto en todas las formas de la vida para consolidar el sistema de relaciones capitalistas.
En el periodo inmediato y ante el neoliberalismo, que ha impuesto una Constitución pinochetista cuyo carácter es dependiente, antidemocrático, entreguista y neoliberal, los comunistas y las fuerzas anticapitalistas le oponemos un proyecto democrático, de plena participación, soberanía popular y derechos sociales, de carácter nacional, de integración latinoamericana y antiimperialista, que comprenda la recuperación del Estado para el dominio soberano de su economía y de sus recursos estratégicos y naturales, en beneficio general del país y de sus mayorías. Todo ello debe quedar garantizado en una nueva Constitución originada a través de una Asamblea Constituyente de plena participación popular.

En definitiva, proponemos algunas tesis políticas para la discusión táctica y estratégica de UC:

1.- El conflicto social –particularmente el laboral- irá en ascenso en el curso del gobierno de M. Bachelet, en relación directa con las frustraciones y las pérdidas de esperanzas que suscite el no cumplimiento de las expectativas creadas por el discurso electoral de la nueva mandataria.

2.- Seguramente, la gestión de la presidenta M. Bachelet se ocupará de financiar proyectos y programas en materias especialmente sensibles (como en los referidos a la mujer, a educación, salud, vivienda, etc.) o ante conflictos emergentes, pero su calado será completamente superficial en relación a las causas fundamentales del conflicto social, priorizando el asistencialismo y las medidas efectistas o mediáticas. Es probable que la capacidad acumulada por el Estado en materia de ahorro fiscal, le permita realizar importantes gastos. Sin embargo, el aumento de la presión social apuntará a exigencias más de fondo que, incluso, pueden contradecir el desarrollo neoliberal. Se expresarán demandas de carácter político, por cuanto es cada vez más evidente que las trabas a las demandas sociales tienen un trasfondo institucional.

3.- La actual institucionalidad es solamente la formulación legal y política del verdadero aparato de intereses y de poder, cuyo eje es la acumulación capitalista. La acumulación capitalista en nuestro país no es meramente nacional, sino que responde a una fase superior del imperialismo, que se identifica con la llamada globalización y con el neoliberalismo. La gran burguesía industrial y financiera no puede dar pie atrás al complejo impulso que generan los mandatos de sus propios intereses, por lo que se resistirá denodadamente a cualquier concesión que modifique su rumbo neoliberal.

4.- Las políticas represivas del Estado, desarrolladas por el gobierno de Piñera y por las administraciones concertacionistas, no serán abandonadas. Es probable que estas políticas se vean reforzadas o profundizadas para conservar el orden capitalista, siempre de acuerdo con planes desarrollados anteriormente junto al imperialismo yanqui.

5.- La Constitución Política seguirá siendo la piedra de tope de cualquier avance político y social. Para romper con ese freno político, es necesario que se produzca un quiebre entre sociedad e institucionalidad. Ello depende de que se desacrediten los mecanismos gubernamentales de contención de los conflictos, de manera que la presión social se politice y avance a una irrupción democrática, con el objetivo político de conquistar una Asamblea Constituyente de auténtica participación popular.

6.- Con este propósito, cobra importancia central la conformación de un amplio frente de izquierda en base al programa democrático nacional, cuya prioridad es la recuperación de los recursos naturales y estratégicos, con las consideraciones medioambientales; un programa de garantías sociales y orientado a construir un proyecto nacional de soberanía popular, de espíritu antiimperialista y latinoamericanista. Es decir, básicamente el programa del movimiento TALM.

7.- Dado el estado de inorganicidad política de la sociedad chilena y dadas las condiciones en que existen actualmente los partidos, es fundamental impulsar la formación de organizaciones de base territorial o comunal, más allá de las militancias partidarias.

8.- Como consecuencia de los nuevos escenarios de lucha social, y con el enriquecimiento y la consolidación del programa político, se profundizará la lucha ideológica. Los comunistas debemos hacer una definición más clara de la estrategia y la táctica a partir de la propia lucha por el programa.
9.- La conformación de un frente de izquierda tiene como tareas imprescindibles a alcanzar: 
        a) La complementariedad e identidad del movimiento o frente político con las luchas sociales.
        b) Un eje comunista que asuma un rol conductor, capaz de gran amplitud y de ductilidad táctica, que             defina abiertamente al Socialismo como el horizonte estratégico.

10.- La responsabilidad de Unidad Comunista ante estas tareas, conlleva la adopción prioritaria de los siguientes objetivos para el periodo:
          a) Consolidar política y orgánicamente a Unidad Comunista como organización política y
          b) Abrir un camino unitario para la creación de un bloque comunista cuya perspectiva sea la unidad               política y orgánica, es decir, la formación del partido.



DIRECCIÓN POLÍTICA DE UNIDAD COMUNISTA
Marzo de 2014