Patricio Malatrassi A.
Economista
* Chile ocupa el primer lugar en la producción de cobre del mundo. La producción al año 2013 fue de 5,7 millones de toneladas métricas, y para el 2014 se espera una producción que supere las 6 millones de toneladas. El sector privado logró en el año 2013 la estratosférica suma de 47 mil 300 millones en exportaciones. Esta cifra, para dimensionar su magnitud, cubriría en casi 11 veces más la cota mayor del cálculo hecho por los economistas de la Universidad de Chile del costo de la reforma educacional que llegaría a los 4.400 millones de dólares y/o casi seis veces lo que se espera obtener con la reforma tributaria ya en régimen y funcionamiento pleno.
Que en Chile existan más celulares que personas, notebooks, televisores plasma y Led, que las cadenas de supermercados y del retail estén repletas, que las calles estén atosigadas de autos y 4X4, que lleguen todo tipo de artistas en esplendor y/o en decadencia, que se manifieste a todo dar la feria de las vanidades y la estupidez de los programas de farándula en las cadenas televisivas y un largo listado de despilfarros de la alta burguesía y las capas medias: sus imitadores con aspiraciones , que compran casas en Miami y hacen depósitos en paraísos fiscales, hay que recurrir a un solo antecedente: el cobre.
En la explotación minera hay 198.000 trabajadores de los cuales trabajan en Codelco alrededor
de 19 mil. (Agricultura: 629.000; Construcción: 567.000 empleos)
Sin duda que los trabajadores del cobre en todas sus instancias debieran tener una honda preocupación por el presente y futuro de su principal fuente laboral. Las cifras de producción del sector son depredatorias y que decir que el cobre es chileno es una metáfora, pues alrededor del 70 % del producción proviene del sector privado y las transnacionales. Si el cobre baja su precio la mayoría de los trabajadores que hoy gozan del feble jolgorio de las 4X4 sentirán el remezón. La baja del precio del metal acumuló en el año 2013 una caída de 10,4 %; esto no es una catástrofe aún, salvo que Asia en donde están los principales consumidores entre en una espiral recesiva.
Los trabajadores del cobre y sus organizaciones debieran exigir y exigirse la creación de una real política acerca de la principal fuente de ingresos del país. Una política nacional que no sea la meramente extractiva y consumista. Hoy esta política nacional, pese a las apariencias sencillamente no existe.
En términos simples una política del cobre significa redefinir la industria de tal manera que, velando por los intereses nacionales se implemente de una nueva manera no sólo la parte extractiva sino todo el proceso en forma de agregar valor en toda la cadena productiva desde la extracción hasta una industria metalúrgica manufacturera asociada. Hoy todo el cobre y sus derivados son comercializados prácticamente en bruto. Resulta paradójico que la principal riqueza del país genere sólo una parte ínfima de puestos de trabajo. Los trabajadores directos e indirectos representan sólo el 12,8 % de la fuerza de trabajo.
Por otra parte las políticas laborales neoliberales aplicadas al sector permite inequidades como que por cada trabajador contratado haya 2,4 trabajadores subcontratados y que, mientras cada trabajador contratado en promedio recibe US $ 2.363 sus pares reciban en promedio US $ 1.059 que corresponde también a un promedio (ficticio en gran parte) del conjunto de trabajadores del país, puesto que los salarios son más bajos que este promedio para un gran conjunto de trabajadores.
El cobre ha producido como renta extra normal entre los años 2004 y 2010, según cifras de la OCDE, montos superiores a los 162 mil millones de dólares,(actualizados) la mitad de esa cifra sirvió para levantar a Alemania después de la segunda guerra mundial. Se pasó de precios del cobre menores a 1 dólar la libra a más de 4 dólares la libra. En el 2002 la minería representaba el 2,7 % de los ingresos fiscales de Chile (La mayor parte aportados por Codelco) el 2014 representan cerca del 20 % del ingreso fiscal.
Esta bonanza en los precios ha beneficiado en su parte más sustantiva al gran capital financiero transnacional. Producir casi seis millones de toneladas de cobre significa arrasar el recurso. No puede permitirse que el eje de la innovación tecnológica no sea la principal componente en el desarrollo de una política de aprovechamiento de esta enorme riqueza. Debe conducirse estos inmensos recursos generados por el cobre y hoy dilapidados en una fiebre consumista empujada y fomentada por los intereses transnacionales, hacia un desarrollo científico y tecnológico propios que permitan que empresas medianas y pequeñas se acoplen a esta industria de clase mundial.
También los trabajadores, deben exigir la implementación, circunstancialmente, de medidas que signifiquen poner fin al enriquecimiento excesivo del sector transnacional de la minería a través de un royalty (que no es un impuesto) en línea con los valores que se fijan con este fin a nivel internacional y que manifieste explícitamente una intención real de restablecer lo escrito en la Constitución: que el Estado Chileno tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de todas las minas.
En el programa de la Nueva Mayoría no existe ni una sola línea acerca de una voluntad por renacionalizar el cobre pero es posible exigir, además de lo dicho, que en la reforma tributaria se cierren las brechas tributarias, depreciación acelerada, termino del FUT y todas las triquiñuelas legales que permiten hoy la masiva elusión tributaria. Por ejemplo las excensiones tributarias suman más de 8 mil millones de dólares.
El movimiento sindical debe apuntar a cambios estructurales en la economía del país, y la economía del país hoy descansa en el cobre. Los logros reivindicativos son importantes, pero más importante es contribuir a crear de verdad un país distinto.
Codelco la principal minera estatal es acosado permanentemente, defraudada incesantemente. Los trabajadores deben tener muy claro que los precios del cobre altos no son permanentes y que la pura extracción de materias primas es la forma más primitiva de crecimiento.
Las señales que emanan de Codelco que logró mantener su nivel de producción en 2013 pese al deterioro de sus leyes descansan en pilares muy febles, pues el manejo, real de las ventas y comercialización del cobre no depende absolutamente de la demanda de la producción real, pues además de esta, existe una gran componente manejada por el poder financiero transnacional que acumula grandes stocks del metal para ponerlo como garantía de operaciones financieras, por lo tanto, está en sus manos la posibilidad de derrumbar los precios si así lo estiman sus propios intereses.
La empresa alcanzó el año pasado un total de 1,79 millones de toneladas, lo que representa un avance de 2 % en relación a los 1,75 millones de 2012. Y gran parte de las razones de este resultado es el buen desempeño de El Teniente que el año pasado registró una producción record de 450 mil toneladas, superando su anterior máximo nivel que data de 2005 y que alcanzó 437 mil toneladas.
Las razones de esta alza tienen relación con la explotación a rajo abierto del denominado Rajo Sur que aportó 56 mil toneladas. Allí Codelco invirtió US $ 265 millones y cuenta con reservas por casi 33,8 millones de toneladas de mineral y 237 mil toneladas de cobre fino.
También se logró elevar la recuperación de molibdeno pasando de 60 a 69 % tras la optimización de los procesos.
A esto cabe agregar los US$ 3424 millones que está ejecutando la empresa en el proyecto estructural Nuevo Nivel mina El Teniente que entrarían en producción el 2017. Este fuerte incremento permitió por primera vez a la faena ubicada en Rancagua posicionarse como la más productiva de Codelco tras superar a Radomiro Tomic. Esta última redujo de 427 mil a 380 mil toneladas su extracción de cobre. Chuquicamata llegó a las 339 mil toneladas lo que representa una disminución del 4 % respecto del 2012.
Estas mermas se adjuntan a las señales de que los excedentes del cobre disminuyeron ya por los precios a la baja en US $ 713 millones el 2013.
Sin embargo, los trabajadores no pueden dejar de lado el hecho de que si no se toman decisiones estructurales respecto a la industria debe recordarse que en un pasado no lejano el precio del mineral oscilaba entre los 64 y 66 centavos de dólar la libra. Con estos precios una gran cantidad de trabajadores que laboran en la gran minería volverían hacia los espacios de pobreza y cesantía que hoy les parecen tan lejanos. El capitalismo como ya se sabe nunca ha clavado la rueda de la historia a pesar de que muchos predicaron el hecho y otros bobalicones lo creyeron cierto.
Santiago, abril 2014.